Ciudad de La Habana
La Habana es el principal destino turístico de Cuba y fue fundada en 1519 por los españoles como la Villa de San Cristóbal de La Habana. A partir de ese año, La Habana se convertiría en un punto estratégico para España, ya que era la ciudad portuaria de Cuba con una mejor ubicación geográfica en la entrada del Golfo de México, esta es la razón por la cual se conoce internacionalmente con el nombre de "La Llave del Golfo".
La ciudad se fundó primeramente en un punto al sur de Cuba cercano al puerto de Batabanó y rápidamente se trasladaría al norte en búsqueda de mejores condiciones de vida y de asentamiento. La ordenanza de fundar las primeras villas cubanas desde oriente a occidente entre los años 1511 y 1515 se debió a la necesidad de cristianizar con la gracia dual del santoral católico y las expresiones propias de los sitios previamente nombrados por los primeros habitantes de Cuba, a quienes se arrebató su modus vivendi y sus expresiones culturales.
La Habana es una ciudad netamente marinera asentada alrededor de una bahía de bolsa y un estrechísimo canal de entrada. Desde su fundación y posterior título de capital de Cuba, fue la región más próspera de Cuba y del Caribe. El rápido crecimiento económico de la capital estuvo fundamentado por la aprobación del potencial productivo del enorme territorio existente desde los términos de las villas de Trinidad y Sancti Spíritus hasta el extremo occidental de la isla que, aunque no explotado intensivamente, fue el proveedor, entre otros rubros, de la riqueza maderera que alimentó la exportación y los astilleros establecidos en La Habana, actividad de enorme trascendencia, puesto que entorno a la fabricación de buques se desarrollaron diversas manifestaciones artesanales, ganaderas, tabacaleras y azucareras, entre otras.
Durante los siglos XVII y XVIII, los ataques de corsarios y piratas a las embarcaciones y ciudades costeras en Cuba y toda América se incrementaron como consecuencia de la situación económica que vivía el mundo en ese momento, lo que obligó a las autoridades de La Habana y España a construir un sistema defensivo sin precedentes en la historia de América. Fue entonces que se construyó El Castillo de la Real Fuerza a la entrada de la Bahía de La Habana y se amuralló la ciudad.
Hacia 1740, La Habana era una ciudad muy extensa, con un trazado regular, calles rectas y entre las mejores ciudades fortificadas en América, adornada con muchos edificios públicos, iglesias y conventos y con más esclavos que ningún otro pueblo de los dominios españoles. Las casas alcanzaban hasta tres pisos y casi todas con balcones de madera y azoteas techadas.
En 1762 Inglaterra se apoderó de La Habana después de un largo asedio. El abismo cultural y de religión existente entre los anglosajones y los hispanocriollos representó una barrera infranqueable, aunque en sentido económico tuvo una significativa repercusión. De ahí que Cuba se puede considerar en la historia universal como una de las colonias inglesas del siglo XVIII en América, aunque duró muy poco su nombramiento.
Las construcciones antes del siglo XVIII eran de naturaleza predominantemente religiosa, con excelentes exponentes en América y el mundo como el Convento de San Francisco de Asís, la Catedral de La Habana, la Iglesia y Convento de Belén entre otras de belleza extraordinaria. Ya para el siglo XVIII aparecen los primeros edificios civiles: los astilleros, la aduana, el Teatro Coliseo y otros. En la segunda mitad del siglo XIX tiene lugar un reordenamiento funcional de gran envergadura en el nuevo reparto de Las Murallas, donde aparecieron edificios destinados a teatros, circos, fábricas de tabaco, hoteles, cafés, sociedades de recreo, cementerios, jardines botánicos y otros, tendencia prolongada en los primeros años del siglo XX, cuando se concluye la definitiva refuncionalización de la zona, hoy una de las más representativas de La Habana y parte del área declarada Patrimonio de la Humanidad.
El Hotel Inglaterra es uno de los edificios más representativos de la ciudad de La Habana en este período, el cual hoy conserva elegancia y lujo en cada una de sus áreas. A propósito, igualmente el visitante puede disfrutar de una excelente oferta cultural y urbanística única de su tipo en Cuba y América, gracias al extraordinario esfuerzo de la Oficina del Conservador de la Ciudad de La Habana dirigida por el doctor Eusebio Leal. De igual forma, en la ciudad hoy existen numerosos edificios civiles y antiguos palacios convertidos en grandes hoteles y hostales, casa de alquiler o posadas dispuestas para la renta, una actividad económica fundamental en la ciudad que brinda al visitante la oportunidad única de compartir costumbres y tradiciones ancestrales del pueblo cubano.
La ciudad se fundó primeramente en un punto al sur de Cuba cercano al puerto de Batabanó y rápidamente se trasladaría al norte en búsqueda de mejores condiciones de vida y de asentamiento. La ordenanza de fundar las primeras villas cubanas desde oriente a occidente entre los años 1511 y 1515 se debió a la necesidad de cristianizar con la gracia dual del santoral católico y las expresiones propias de los sitios previamente nombrados por los primeros habitantes de Cuba, a quienes se arrebató su modus vivendi y sus expresiones culturales.
La Habana es una ciudad netamente marinera asentada alrededor de una bahía de bolsa y un estrechísimo canal de entrada. Desde su fundación y posterior título de capital de Cuba, fue la región más próspera de Cuba y del Caribe. El rápido crecimiento económico de la capital estuvo fundamentado por la aprobación del potencial productivo del enorme territorio existente desde los términos de las villas de Trinidad y Sancti Spíritus hasta el extremo occidental de la isla que, aunque no explotado intensivamente, fue el proveedor, entre otros rubros, de la riqueza maderera que alimentó la exportación y los astilleros establecidos en La Habana, actividad de enorme trascendencia, puesto que entorno a la fabricación de buques se desarrollaron diversas manifestaciones artesanales, ganaderas, tabacaleras y azucareras, entre otras.
Durante los siglos XVII y XVIII, los ataques de corsarios y piratas a las embarcaciones y ciudades costeras en Cuba y toda América se incrementaron como consecuencia de la situación económica que vivía el mundo en ese momento, lo que obligó a las autoridades de La Habana y España a construir un sistema defensivo sin precedentes en la historia de América. Fue entonces que se construyó El Castillo de la Real Fuerza a la entrada de la Bahía de La Habana y se amuralló la ciudad.
Hacia 1740, La Habana era una ciudad muy extensa, con un trazado regular, calles rectas y entre las mejores ciudades fortificadas en América, adornada con muchos edificios públicos, iglesias y conventos y con más esclavos que ningún otro pueblo de los dominios españoles. Las casas alcanzaban hasta tres pisos y casi todas con balcones de madera y azoteas techadas.
En 1762 Inglaterra se apoderó de La Habana después de un largo asedio. El abismo cultural y de religión existente entre los anglosajones y los hispanocriollos representó una barrera infranqueable, aunque en sentido económico tuvo una significativa repercusión. De ahí que Cuba se puede considerar en la historia universal como una de las colonias inglesas del siglo XVIII en América, aunque duró muy poco su nombramiento.
Las construcciones antes del siglo XVIII eran de naturaleza predominantemente religiosa, con excelentes exponentes en América y el mundo como el Convento de San Francisco de Asís, la Catedral de La Habana, la Iglesia y Convento de Belén entre otras de belleza extraordinaria. Ya para el siglo XVIII aparecen los primeros edificios civiles: los astilleros, la aduana, el Teatro Coliseo y otros. En la segunda mitad del siglo XIX tiene lugar un reordenamiento funcional de gran envergadura en el nuevo reparto de Las Murallas, donde aparecieron edificios destinados a teatros, circos, fábricas de tabaco, hoteles, cafés, sociedades de recreo, cementerios, jardines botánicos y otros, tendencia prolongada en los primeros años del siglo XX, cuando se concluye la definitiva refuncionalización de la zona, hoy una de las más representativas de La Habana y parte del área declarada Patrimonio de la Humanidad.
El Hotel Inglaterra es uno de los edificios más representativos de la ciudad de La Habana en este período, el cual hoy conserva elegancia y lujo en cada una de sus áreas. A propósito, igualmente el visitante puede disfrutar de una excelente oferta cultural y urbanística única de su tipo en Cuba y América, gracias al extraordinario esfuerzo de la Oficina del Conservador de la Ciudad de La Habana dirigida por el doctor Eusebio Leal. De igual forma, en la ciudad hoy existen numerosos edificios civiles y antiguos palacios convertidos en grandes hoteles y hostales, casa de alquiler o posadas dispuestas para la renta, una actividad económica fundamental en la ciudad que brinda al visitante la oportunidad única de compartir costumbres y tradiciones ancestrales del pueblo cubano.